La
pareja avanzaba por el callejón de farolas fundidas. De un rincón surgió
"El Rafi", navaja en mano, mirada feroz.
–¡Vamos,
dadme la pasta! –el tono ansioso de su voz, subrayado por un rayo de luna que
arranca un brillo amenazante al acero.
–La
pasta –dice Él en un tono que "El Rafi" percibe burlón–. ¡Qué
monada!, ¿no te parece, querida?
–Sí
que es mono –dice Ella con un brillo de ansia en la mirada–. Para comérselo...
A
la mañana siguiente la policía encontró, en el callejón, el cuerpo de "El Rafi"
desangrado.