
Polvo serán, mas polvo enamorado
(Francisco de Quevedo).
Y se irán mis huesos
riéndose con la risa de mi calavera
hasta el polvo último.
Y los polvos echados
serán pasto de tu memoria
cuando los gusanos devoren
la carroña
de mi máscara.
Y todo lo que toqué
(tu risa, tu mirada, tus bragas)
conservará la huella de mi tacto
hasta el día último de tu aliento.
Y tu calavera vendrá a mi polvo
con esa sonrisa desnuda
que se nos pone al final.