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jueves, 21 de noviembre de 2013

OFICIO DE DIFUNTOS




Vestido con mi traje de madera
descansaré al final del camino,
tus ojos no me ven, tus lágrimas
no pueden encontrar el rincón donde
se me acabaron las penas.

Hoy estreno  mi mortaja,
los pájaros han callado su canción
y las guitarras que no aprendieron
la música de los muertos,
seguirán calladas por siempre.

Hoy estreno mi mortaja
mientras la vida
sigue saldando futuros imperfectos
de hombres y mujeres que no aprendieron
a respirar el aire en un vuelo,
que no supieron del mar
donde se ahoga el canto difunto de los relojes.

Vestido con mi traje de madera
descansaré cuando se vaya la luz.
Tus ojos no me ven, tus lágrimas,
ya recuerdos de tiempo ajado,
no me encuentran
en porqués no preguntados.

Hoy estreno mi mortaja,
las pinceladas de mis párpados
no pintan ya nada en este hueco.
Y llorarás los besos que dejaré de darte,
las caricias que ya nunca estremecerán
tu piel. El vello de tu pubis no temblará ya más
al tacto de mis dedos fríos.

Hoy estreno mi mortaja,
afilaré mis puñales para defenderme
del frío que no me dejaba respirar.
Lloras mi ausencia con todo tu cuerpo estremecido,
con todas tus lágrimas huyendo desordenadas.
Ya se agotaron los vocablos
que nacieron muertos.

Descanso al final del camino
vestido con mi traje de madera.


miércoles, 6 de noviembre de 2013

LA CASA DEL SEÑOR ROMÁN



             La casa se la compró el señor Román al padre del farmacéutico; con el dinero pudieron pagarle los estudios.

            Era una casa antigua de labrador que había pertenecido a la familia desde la guerra con los franceses. No crea que no sufrieron al tener que venderla, pero las cosas de la vida; ya el abuelo había perdido muchas tierras con los naipes y, cuando el chico terminó el Bachillerato y les dijo que quería hacer carrera, no les quedó otro remedio que venderla. Era lo único que les quedaba ya por entonces. Se fueron a vivir a en ca’ de unos parientes en la capital que les acogieron con cierto miedo, pues se decía que eran un poco raros. Les gustaban los libros viejos y tenían montones apilados en la biblioteca, hasta el techo. Yo no sé qué clase de libros, pero, según el alcalde de aquellos días, que era hombre leído, había muchos que trataban de magia y cosas así.

            Lo vendieron todo con la casa porque donde los parientes no había sitio, aunque era un piso hermoso, no crea.



            El señor Román, que había sido notario y vivía de unas rentas, les compró la casa. Decía que necesitaba la tranquilidad y el aire limpio del pueblo; ya ve usted también qué capricho, venirse a vivir aquí, que no hay nada, un hombre como él, acostumbrado al jaleo de la ciudad, los teatros, los cafés…

Conque, el señor Román se vino al pueblo para la Virgen de Agosto. Se le veía contento, salía de paseo por la mañana y, por la tarde, bajaba al café a echar la parlada con los paisanos y a recoger paquetes de libros, porque, aunque era hombre muy leído, hablaba con todo el mundo y a todos preguntaba por las leyendas locales y, sobre todo, por los trijones que se contaban sobre la casa que había comprado. Pero, la verdad, sabía más él que todos los del pueblo sobre la historia de aquella casona.



Aquel invierno se le empezó a ver menos por el café. Claro, aquí, cuando viene el hielo no hay quien pare y, en aquellos tiempos, no había calefacción ni nada. Yo me recuerdo que aquí, en este mismo café, cuando era yo chiquito, había una estufa de carbón, que lo traía un hombre de Asturias, y que no calentaba más que a los parroquianos que llegaban a primera hora y se sentaban al lado. Así que nadie vio nada raro en que el señor Román no pareciera por aquí más que para recoger sus paquetes de libros, que le venían de todo el mundo, no crea.

           

Cada jueves, que es cuando llegaba el tren burra con el correo, entraba, preguntaba a Emiliano, el amo de esto por entonces y que también hacía de cartero, si había llegado su paquete y, cuando se lo daba, pagaba el reembolso y salía con el hato pegado al pecho, como si lo quisiera proteger del frío. Los del pueblo al principio no hicieron caso, a lo más, alguno comentaba que había que ver qué raro estaba el señor Román, que ya ni saludaba al entrar.

           

Fue al año siguiente cuando la gente empezó a escamarse por el comportamiento del señor Román. No era una rareza demasiado rara, no sé si me entiende, sólo que, cuando llegó el verano, esperaban que el señor Román recuperase su interés por las cosas del pueblo, pero no pasó. Llegó el buen tiempo y el señor Román seguía su rutina, cada jueves se presentaba en el café, preguntaba por su paquete, pagaba el reembolso y se volvía a la casa.

            Un día de junio, llegó un paquete distinto, tenía forma como de frasco. Emiliano le preguntó qué le habían enviado esta vez. Era primera hora y no había parroquianos aún. El señor Román, con un brillo como de fiebre en los ojos y la frente cubierta de sudor, abrió el paquete. Lo que allí había, decía Emiliano que le dio tal repugnancia que estuvo a punto de darle un manotazo y tirarlo al suelo. Era, efectivamente, un frasco grande, como estos que uso para macerar los aguardientes y, decía Emiliano, que dentro había un líquido como amarillo y en el líquido flotaba un sapo del tamaño de una criatura recién nacida. Tenía los ojos cerrados, Emiliano pensó que era una de esas cosas que los científicos guardan en los museos. Se quedaron los dos mirando aquella cosa durante un buen rato, Emiliano veía la cara del señor Román a través del líquido amarillo, decía que parecía un loco de esos que salen en las películas que traen los feriantes en fiestas.

            Emiliano no podía seguir mirando aquella cosa repugnante. De pronto, mientras pensaba en si el señor Román estaría metido en cosas de brujería, aquello abrió los ojos y a Emiliano le pareció que le sonreía con maldad, como si se estuviera riendo de sus pensamientos.



A partir de ese día, al señor Román no se le volvió a ver por el pueblo… hasta el día que le encontraron ahorcado de la viga de la sala grande, en esa donde usted quiere hacer la escuela. Ya le digo yo que nadie va a querer mandar a sus hijos a esa casa.



El caso es que, cuando avisaron a la autoridad, encontraron muchas cosas raras en la casa. Lo primero el olor; el médico dijo que olía como en la morgue del depósito, donde llevan a los muertos. El señor cura que olía como los santos cuando se abre su tumba y se les encuentra incorruptos, pero con un no sé qué de malvado. El señor juez, que vino de la capital a levantar el cuerpo, que olía como las casas que llevan mucho tiempo cerradas. Yo… bueno, yo era muy pequeño y no recuerdo muy bien, además, no me dejaron entrar, normal, no era bueno que una criatura viera semejante espectáculo ¿no le parece? Pero, cuando empecé a llevar el café, un día, al preparar unas pipas para el vino, el olor del polvo de azufre que se usa para eso, me recordó aquel otro que me llegó desde la puerta.

El juez encontró muchos libros, muchos más de los que ya tenía apilados la familia del farmacéutico y bastante más viejos y raros. Entre ellos, encontró un cuaderno con las tapas negras, un “diario” lo llamó. Nadie sabe qué ponía en ese librito de cuartillas amarillentas, el juez se lo llevó para su casa, para “investigar posibles causas del suceso”, decía. El caso es que, a los pocos meses de llevárselo de casa del señor Román, los hijos tuvieron que internarlo en un psiquiátrico. Dicen que se pasaba las horas muertas hablando con alguien o con algo que sólo él podía ver, y que hablaba como en latín, pero no en el latín de la misa, ¿comprende? Nunca volvió a hablar en cristiano y la familia le cogió miedo, porque miraba como a través de uno, a ese alguien o algo con lo que hablaba.





Desde entonces, ni los ladrones han entrado en la casa, dicen algunos que el mismo diablo ronda entre esas paredes. Por eso a usted le miran así en el pueblo y nadie irá a esa escuela que quiere usted montar, no en esa casa maldita, no, señor.


miércoles, 30 de octubre de 2013

NO-POEMA DE INSOMNIO



tac-tic-tac-tic-tac...

no me deja de sonar el reloj. anuncia que es inútil el grito cada mañana.

...tic-tac-tic-tac-tic...

rompo las rimas. la rima-ma-marca el ritmo. el ritmo es la muerte. inútil como el grito de cada mañana. como si mañana existiera.

...tac-tic-tac-tic-tac...

no me deja dormir el reloj. marca el tiempo. como si no supiera que queda poco.

como si no doliera cada hora. cada hora acerca la muerte.

al fondo. cada vez más cerca.

...tic-tac-tic-tac-tic...

cada tictac acerca el momento. el momento se fabrica de segundos. minutos. pero primero el segundo. cada segundo acerca el instante. el infinito no es más que una invención de los matemáticos y los poetas. el infinito no existe más que en la mente de los hombres y de las mujeres. por supuesto. elinfinitonoexiste. elinfinitosonlospadres.

...tac-tic-tac-tic-tac...

la eternidad entera cabe en un orgasmo. o en una buena cagada. cago hebras de tiempo. las tiro de la cadena y no sirven más que para nido de moscas.

me suena el reloj al ritmo del corazón. por qué no he muerto aún. me pregunto. la respuesta. el reloj me sigue sonando. inexorable su paso el tiempo se acerca a este nido de insomnio. dormirmorirdormirtalvezsoñar.

...tic-tac-tic-tac-tic.



...

viernes, 27 de septiembre de 2013

ROCK DURO



acaricio el vacío con manos muertas

y en mi oración hay un hueco amarillo

de niños que van buscando sus tumbas.



"te quiero antes del frío,

en la mirada de la luna."



huele a las botellas rotas, al rock

que grita palabras de amor al aire

rancio de la ciudad en esta noche

que no se acaba nunca.

el rock es chupa de cuero y navajas

que cortan rodajas de luna llena.



"te quiero antes del frío,

en la mirada de la luna."



se acabó el dinero de las tarjetas

queda un sudor de olvido y rock

y un miedo incomprensible

en mis manos vacías,

llenas de esta música primitiva

que no permite la cordura



"te quiero antes del frío,

en la mirada de la luna helada."

le decía al oído

aquella noche que reventó el mundo

en acordes de rock.

el rock es destrucción

y es niños que van buscando sus tumbas

y dejan los cadáveres más bellos.


viernes, 14 de junio de 2013

FANTASMA

Saludos, mortales:
Hace largo tiempo que no pongo nada aquí. Hoy quiero hacer un experimento, voy a tratar de escribir un cuento "a vuelapluma". Abro con una frase de un cuento de Kawabata, titulado "Sin palabras" y, a partir de esa frase, empezaré a hilar el relato.
Espero vuestros comentarios.

El que habla a un fantasma queda paralizado. Embrujado.
(Yasunari Kawabata)

 
Llevaba unos días sin dormir bien. Cada vez que cerraba los ojos, sentía una presencia al lado de su cama, una presencia que lo inquietaba y le obligaba a encender la luz de la mesita de noche para comprobar que en el cuarto sólo respiraba él. 

Apagó la luz. "Qué tonto" -pensó- "mira que asustarme así, a mi edad". Sin embargo, al cabo de apenas cinco minutos, volvió a despertar con un alarido helado en la garganta. Encendió la luz y allí estaba. 
El fantasma le pidió que no se asustara, que no iba a hacele daño, sólo quería sentirse acompañada durante la noche. Le contó que era por las noches cuando los espectros se sienten más solos, cuando todo lo vivo descansa.

-Pero -comenzó a decir- ¿eres un fantasma real?

-Todo lo real que tu mente me deje ser. Si crees que sólo soy una alucinación, o un sueño, eso mismo seré. Pero, si crees que realmente soy un espectro, entonces, seré un espectro.

-Es decir, ¿que depende de mí el que existas o no?

-Exactamente.

-Entonces... no sé, verás, siempre he sido un racionalista empírico, nunca creí en fantasmas, ni en duendes, ni hadas... bueno, creo que me comprendes.

-Sí, claro, a mí me pasaba igual cuando estaba viva. ¿Y bien?

-¿Y bien? ¿qué?

-¿Qué vas hacer de mí?

-¿Sabes una cosa? Me has caído bien, no das miedo.

-¿Por qué habría de darlo?

-No sé, cuando era niño, me asustaban los fantasmas. No es que viera ninguno, me asustaba la posibilidad de su, de vuestra existencia.

-Te aseguro, que no tienes que temer. Por cierto, creo haber entendido que aceptas mi existencia como fantasma. ¿Sabes qué les pasa a los mortales que hablan con un fantasma?

En aquel momento, el joven cayó en un silencio del que no volvió a salir nunca más.

martes, 21 de mayo de 2013

NADA


“sufrir y no vencerse en el sollozo”
    (Miguel Hernández)

en esta nada no queda sitio
para nada
en esta nada que obedece
no queda nadie
para gritar que ya basta

en este miedo
no queda más valor
que el otorgado por el mercado

en esta mierda
no quedan más cojones
que seguir tragando

en esta nada de domingo
no me queda nada
salvo el goteo monótono
de los grifos
que ahuyenta los sueños

no me hagas caso amor
hoy me siento impotente
y la desgana frente al televisor
me ha ganado las horas


jueves, 9 de mayo de 2013

HOY ES DOMINGO




Es domingo por la mañana, la habitación está oscura y la casa en silencio. Supongo que Papá y Mamá duermen todavía. Doy media vuelta en la cama y me hago un ovillo. No tengo sueño, pero me gusta remolonear bajo las mantas hasta que viene Mamá a despertarme.
            Creo que me he quedado dormido. Cerré los ojos hace un momento y el brazo más largo de Mickey Mouse ha dado una vuelta entera; ahora, con una postura de contorsionista, marca las doce menos cuarto. ¡Qué raro!, hace ya rato que tendría que haber entrado Mamá a despertarme… bueno, mejor, así puedo dormir un poco más. Es curioso, no tengo nada de sueño pero estoy muy cansado.

            Cuando vuelvo a abrir los ojos, los brazos del ratón Mickey señalan las dos. Pero, si no he podido dormir tantísimo. Es como si alguien hubiera adelantado el reloj. ¿Por qué no se oye ningún ruido en la casa? A lo mejor les ha pasado algo a Papá y Mamá, debería levantarme y acercarme a su habitación. Empiezo a estar asustado, en serio.

            Debería ir a su habitación a ver si les ha pasado algo. Me pongo las zapatillas, dos Plutos gemelos sonríen desde el suelo. Abro la puerta de mi cuarto pero, cuando me da la luz que entra por las ventanas del salón, me siento raro, como cuando tengo la gripe. Me quedo acurrucado en la penumbra de mi habitación. Llamo en voz alta. Silencio. Llegan ruidos de la calle, coches que pasan, gente que va a alguna parte.

La luz del salón ha disminuido. Ya no estoy tan cansado, puedo permanecer de pie, doy un paso, luego otro… La puerta de la habitación de Papá y Mamá se hace más grande. Tengo mi mano en el picaporte, lo aprieto con tanta fuerza que me duelen los nudillos. Empiezo a asustarme, tengo miedo porque sé lo que voy a encontrar tras la puerta.
Papá y Mamá atados a la cama, con las gargantas cortadas. La sangre ha empapado las sábanas, el colchón… gotea hasta el suelo con ese ruidito como de lluvia contra el cristal: “plic, plic, plic…”
            No quiero verlo, cierro los ojos pero la imagen está dentro de mi cabeza. Estoy muy asustado, tengo mucho miedo porque sé que yo he hecho “eso”.

lunes, 22 de abril de 2013

DE REYES Y PRINCESAS


No me sorprende este dolor de incensario
esta noche en que los demonios
    arrasan las murallas.

No me sorprende esta garra que crece
en medio de la feria furiosa del desencanto.
Los leones duermen a la sombra de los cajeros
bajo los agujeros de sus mantas.

Duermen dementes de vino barato y son reyes
que han perdido los dientes en cien batallas,
que han perdido todas las batallas.
Roncan de vino mientras pisamos sus sueños.

No me sorprende este dolor de camas sucias en pensiones de mala suerte donde las princesas no permiten suspiros en sus labios de fresa cuarteados por el frío de la madrugada.
No suspiran las princesas, ni sienten ya los golpes, ni la irritación del plástico entre sus piernas.

50 y la cama, o en el coche, o donde tú quieras, cariño. Mercancía del Este en el escaparate de la plaza.

No me sorprende este dolor de incensario
esta noche en los altares
de colchones heridos.
Ni me sorprende ya tampoco esta garra
que anhela desgarrar murallas.

Escapar ¿a dónde? -dice agachada sobre el bidé- cariño, no hay salida.

Y habla con una voz fría de estepa. Y sé que es la princesa del poema aquel, pero no me quedo para saber si acaso un suspiro escapa de su desnudez aterida.

Los reyes recorren su dominio de podredumbre. Han perdido todas las batallas también hoy

y roncan el vino
bajo los agujeros de sus mantas
en medio de la indiferencia infinita
que llena la Gran Vía.


Y ríen las princesas toda su rabia, escupen  carcajadas a los rostros ciudadanos que no saben sostener la mirada.

viernes, 12 de abril de 2013

DECISIÓN


Imagen: fotograma de Farenheit 451

He decidido abrasarme los ojos
he decidido arrancarme las vísceras
y echarlas a los perros de la calle

He decidido desahuciar la pena
de mis entretelas

He decidido afilar los cuchillos de la casa
he decidido arrancar todas las puertas
he decidido el suicidio de las palabras
he decidido regoldar el caldo del cocido
en las jetas de los jerifaltes

He decidido que el surrealismo
es el único camino

He decidido automatizar la escritura
he decidido deshumanizar el arte
porque la humanidad no se merece el arte

He decidido cagarme en dios cada mañana
aunque se me mee encima cada noche

He decidido quemar las páginas de la biblia
he decidido quemar las páginas de la constitución
he decidido quemar las páginas del manifiesto comunista

He decidido matar las simpatías
y meterme en una cueva con Diógenes

He decidido que estoy hasta los cojones
de estar hasta los cojones

He decidido comprarme un coño para saber
cómo se siente en la entraña de enfrente

He decidido alquilar mi culo a jornada completa
para que acampen golondrinas

He decidido que no quiero más de este guiso indigerible
que se me atraganta traidoramente en el sitio de las lágrimas


lunes, 8 de abril de 2013

noche




Imagen: Sueño causado por el vuelo de una  abeja. Salvador Dalí.

 
Se ha bordado el sueño en tus ojos
y la luna amodorrada te mira
desde su altura inconcebible.

Desde este lado del silencio
te miro, escudriño el reflejo
de tus pestañas en un mar lejano;
respiras el aire oscuro del cuarto
y mis oídos beben de tu aliento
el vino dulce y cálido.

La luna hilvana hilos de plata.
Para evitar el peso doloroso
de la luz, tus párpados bordan sueño.

miércoles, 3 de abril de 2013

NUNCA JAMÁS. TALLER DE NARRATIVA

A partir de hoy, cada miércoles, podremos encontrarnos en el Centro Cultural PABLO IGLESIAS de Alcobendas, de 19:00 a 21:00.

lunes, 1 de abril de 2013

UNA CUESTIÓN ESTÉTICA



       
           El sol castigaba con fuerza. Bajé al Metro. La estación llena de gente yendo y viniendo me hacía sentir seguro. Muy pronto me fijé en una chica de unos veinte o veinticinco años, vestía una falda por encima de las rodillas y una sencilla blusa a juego.
La seguí hasta el vagón y me senté frente a ella. Normalmente soy muy discreto pero, en aquel momento, me deleitaba el latido de su corazón que adivinaba cada vez más violento; fijé mis ojos en ella, quería que participara en la cacería, que supiera que la había elegido.
Sus manos volaban hasta su media melena de un color castaño oscuro, o jugueteaban con algún pliegue de la falda, con movimientos decididos, intentando ocultar su turbación.
 Las estaciones se sucedían entre intervalos de oscuridad; entraban y salían gabardinas con prisa, faldas coquetas y algún pantalón distraído. Al llegar a un nuevo andén, giró la cabeza y el pelo, al moverse, dejó al descubierto aquella cosa repugnante.
Aquella criatura, en apariencia perfecta, tenía una horrible verruga en el cuello. Bajó en la siguiente estación. Yo seguí sentado, lamentando el tiempo que había perdido siguiendo a una presa tan poco apetecible. Quizá me haya vuelto demasiado melindroso a la hora de escoger mi comida…

lunes, 25 de marzo de 2013

TARDE DE LLUVIA

                      


                               Esta tarde llueve, llueve mucho. ¡Y no
                              tengo ganas de vivir, corazón! 
                              (César Vallejo)


Es tremendo cómo llueve,
se precipita con ansia,
se rompe en millones de pedazos
que inundan las calles y las vidas.
Arpegia sobre el tejado
las notas de la canción aquella
que desgarraba Billie Holliday.

Continúa lloviendo esta tarde,
ahoga las lunas urbanas,
se deja naufragar suavemente
en cascadas de cadencia.

Se funde el piano con el concierto
inaudito de las avenidas.
Billie Holliday llueve su voz
que se rompe en mil pedazos
adornando la ciudad de otoño
con la canción aquella, tan triste.

lunes, 25 de febrero de 2013

LA MADRE VIRGEN

Imagen: Anunciación. Autor: Fra Angelico (1400-1455)


En la antigua ciudad de Nazaret, vivió en esos días, una joven virgen llamada María; se había casado con un carpintero que se llamaba José. Aún no vivían juntos y no se habían conocido carnalmente. Pero, he aquí que María se levantó una mañana muy temprano, con unas fuertes náuseas que la hicieron vomitar el desayuno; no le dio mucha importancia, pensó que los palominos escabechados de la cena le habían sentado mal.

    Con el tiempo, la tripa empezó a hinchársele y las gentes comenzaron a murmurar. Unas semanas antes de este acontecimiento, había llegado a Nazaret un apuesto criador de palomas a quien María compraba pichones que, escabechados, eran uno de los platos preferidos de la joven. Las malas lenguas empezaron a preguntarse cómo podía comprar pichones siendo pobre, como era.

    Mientras esto sucedía, José trabajaba en su taller. Era un hombre sencillo que nunca pensaba mal de nadie, pero tampoco era tan necio que no le llegaran las murmuraciones, por lo que empezó a sospechar que algo extraño estaba pasando; tuvo que considerar la posibilidad de repudiar en secreto a su joven esposa, para evitarle la vergüenza de andar en boca de las comadres; porque, aunque la amaba profundamente, no estaba dispuesto a criar al hijo de otro hombre.

    Así, un día que estaba terminando de barnizar una silla de madera de olivo, María apareció por allí con el almuerzo.

- Oye, María, dice la gente que estás embarazada y, como aún no hemos tenido conocimiento carnal y me aseguras que mantienes intacto el virgo, pues, no sé, chica, me extraña un poco, la verdad.

-¡La gente, la gente! -exclamó la joven esposa dejando el cesto sobre la mesa del taller- mira, José, mi Joselillo, puede que haya engordado un  poco, pero no creo que sea para tanto. A lo mejor estoy nerviosa por venirme a vivir contigo, ¿no has pensado en eso? Al fin y al cabo, soy virgen y me da temor eso del débito conyugal… De verdad, José, no pensé que fueras tan egoísta.

-Bueno, mujer, tampoco hay que enfadarse. Es verdad que la gente siempre está murmurando. Entonces, María, queridita mía, ¿me juras que no me has engañado?

-Te lo juro. ¡Ay!, estos hombres, qué caso hacéis de lo que dice la gente.

    José se dio por satisfecho con la explicación de María y no volvieron a tratar el tema. Pero el tiempo pasaba y a la esposa cada vez se le notaba más la tripa. Una noche, ya viviendo juntos, habían cenado pichones escabechados; José despertó sobresaltado al notar que, en la tripa de María, se había movido algo.

-Oye, María, ¿guisaste bien los pichones?
-Pues claro -contestó adormecida- ¿por qué lo preguntas?
-Juraría que uno no estaba bien cocinado y quería salir volando de tu vientre.
-No digas tonterías y duerme, mañana tienes que entregar esas baldas a Jeremías.

    A la mañana siguiente, José no fue al taller. Había dormido mal dando vueltas al asunto de los pichones. Cuando María volvió del mercado y lo vió cariacontecido en la puerta de la casa, supo que estaba perdida; José la repudiaría y sobre ella caerían, de golpe, el oprobio y la vergüenza. Tenía que pensar algo, y rápido.

-Tenemos que hablar, querido.
-¡Lo sabía! ¡Ese criador de palomas…!
-No es lo que crees, José, deja que te explique.
-Habla, mujer.
-Un día, estando yo en casa de mi madre, haciendo mi labor para el ajuar, se me apareció un ángel del Señor y me dijo: “Alégrate, pues Dios te ha elegido para engendrar a Su Hijo que salvará a la Humanidad del pecado.” ¿Cómo podía negarme yo, una pobre mujer, a cumplir la voluntad de nuestro Dios?

    José había escuchado acariciándose las barbas, pensativo. ¿Y si era verdad? Los milagros ocurrían, a veces… Él, José el carpinero, padre putativo del Hijo de Dios. Eso le daría prestigio, sería bueno para el negocio, quizá podría ampliarlo y contratar un aprendiz y atender los pedidos de las casas de los ricos y famosos, quizás, incluso le encargaran muebles para el palacio de Poncio Pilato.

-Está bien, María, chiquita mía, criaré al Hijo de Dios.
-No esperaba menos de ti, José, mi Joselillo. Anda, dame un beso.
-¿Qué has traído para el almuerzo?
-Pichones escabechados.

lunes, 18 de febrero de 2013

SOLO CON LOS MUERTOS

Imagen: Danse Macabre. Autor: Michael Wolgemut (1434-1519)

Sólo con los muertos quiero hablar hoy,
 despertarlos y quemar
los escaparates de la madrugada.

Sólo con los muertos quiero bailar
esta noche, y brindar
con el diablo
y que me cuente cómo he llegado
a desear esta destrucción.

Sólo con los muertos puedo luchar hoy,
y que me hablen de sus revoluciones
mientras arden las calles.

Sólo con los muertos puedo entenderme
esta noche, y pisar
los escombros de la civilización.

Sólo con los muertos quiero hablar hoy,
y brindar con el diablo
por toda la belleza que hay
en las cicatrices.

Sólo con los muertos quiero bailar
esta noche sobre las cenizas
de todo lo que tiene que arder.

Sólo con los muertos puedo luchar hoy,
y sentir su voz putrefacta
acariciando con rabia la indiferencia.

Sólo con los muertos quiero hablar hoy,
solo, con los muertos.

miércoles, 13 de febrero de 2013

ENFERMO DE POESÍA




Vengo enfermo de poesía,

lo acredita el cenicero

cargado de humo y de rimas.



Hago pájaros de papel

para que canten conmigo,

porque cuando tú te vas

me canso de casi todo.

Apago el sol de la mesa

y rezo una jerigonza

que aprendí cuando la fe

en que cabía la vida

en un solo verso.

Pero no estás y me sobra

casi todo.

Me pierdo buscándote

en mapas de amor,

agoto los diccionarios

tras la rima de tu nombre.

No cantan los pájaros

porque te has marchado

y me sobra casi todo.

lunes, 28 de enero de 2013

ENTRE LAS RUINAS



Entre las ruinas del mundo, sin dirección bajo una lluvia espesa que cae en silencio. El peso de los años marca el rumbo de mis botas. Hace tiempo que perdí el camino y voy sin dirección entre las ruinas del mundo.

Camino pesadamente, con la torpeza de la carroña. Los ojos fijos en un horizonte derruido por la locura de los hombres.

Entre las ruinas del mundo solo, rodeado de silencio, hablo con las voces de mi cabeza que no dejan de susurrarme que el fin está cerca.

Camino pesadamente (el fin está cerca –dicen las voces en el silencio–). Ansío el descanso pero, no puedo detenerme. En algún lugar encontraré el reposo, pero aún no.

Entre las ruinas del mundo, sin dirección, sigo las huellas de caminos que una vez existieron. He encontrado restos de una hoguera y hay una casa que conserva parte del tejado. Pero sé que no puedo detenerme mientras el silencio lo llena todo.

Camino pesadamente y algo indica que el fin está cerca. Pero, todavía no; aún tengo que encontrar algo que he perdido entre las ruinas del mundo.

Entre las ruinas del mundo se abren agujeros donde se pudre lentamente la humanidad. Miro al horizonte derruido y pregunto en voz baja “¿Esto es todo?” El viento pasa sin ruido entre las ramas de los árboles, debería sonar como un chocar de huesos. “Esto es todo”, digo en voz baja y sé que el fin está cerca.

Camino bajo un sol pesado de mediodía. Encuentro un campamento, me reciben amigablemente; hombres, niños, mujeres deformados hasta la pesadilla, intentan sonreír con los restos de lo que fueron caras y cantan alrededor de la hoguera…

...Me cantan a mí, muerto entre todas las canciones.

lunes, 21 de enero de 2013

CON TODOS

Imagen: "Kentucky Flood. Margaret Bourke-White (1904-1971)

Con los ojos de todos los hombres veo, y con todos sus oídos oigo; muero con todos los que mueren, y sufro y lloro por cuantos heridos quedan abandonados (…)”
    Leónidas Andreyev (Risa roja, parte II, fragmento
XV)


Con ojos de otro,
con los ojos de todos
los hombres, veo. Y oigo
con los oídos de todos.
Con todos los que mueren,
muero. Con todos.

Cuando los cuerpos caen
contra el asfalto helado,
se hiela mi cuerpo y se rompe
en pedazos que enseño como dientes.
Cuando una madre llora
el hambre de sus hijos,
cuando un parado aprieta
los puños con rabia encallada,
siento esas hambres
y siento también esas uñas
clavándose en mis manos.

Con ojos de otro,
con los ojos de todos, miro
y escucho con los oídos
afilados del hambre
y también aprieto los puños
y muero con los otros,
con todos muero.

Cuando un niño empuña el fusil
y se le hiela la mirada
mis ojos de deshacen
en lágrimas inútiles, y ven
el terror desnudo, esparcido
por las cunetas.

Muero con todos los que mueren,
con los oídos de todos oigo
y veo con los ojos de todos.

viernes, 11 de enero de 2013

COSAS

El paso de los años deja un cúmulo de astillas.
(Luisa Castro)


Alguien abandonó debajo de la escalera
un par de botas sedientas,
la bombona de butano
y un abrigo rancio.

Y también una tristeza seca
que empieza a escocerme
en los ojos.