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sábado, 15 de septiembre de 2012

DESTRUCCIÓN


Piter Pank, Kampanilla, la marihuana.
Garfio, la tragedia de Garfio, el tiempo
que destroza la vida útil
de los electrodomésticos.
Piter Pank, Kampanilla, las crestas de colores,
el cuero negro,
la guitarra de Steve Jones
o el bajo desenchufado
de Sid Vicious,
los niños perdidos.

La madre llorando porque ha perdido el útero su vida útil la maternidad improbable.
Dientes podridos cantando la anarquía en el reino de Nunca Jamás las madres adictas a la heroína y el proyecto hombre .

Comida putrefacta sale de los burgers y en los bares seguimos tapando la
desesperación con tapas de domingo que vomitaron
antes de nosotros
los borrachos que llenaron las calles
muertas con sus gritos de agonía.

El borracho que quería ser torero
el morlaco mitológico de Creta ardiendo en sus ojos, trapecio sin red
y beber, seguir bebiendo hasta que la desesperación se disipe, hasta que la mierda nos ahogue en un mar de lágrimas más ácidas que la lluvia.

Comer la carroña que nos echan
los monstruos cuerdos
que acaban muriendo en sus camas
en hoteles de cien mil estrellas
y buscar, seguir buscando
en los bares el bálsamo de Fierabrás
que nos cure las heridas que ya no podemos recordar quién abrió para beber nuestra sangre a tragos largos de madrugadas en las casas de putas y los gemidos dolorosamente falsos de las prostitutas hiriendo los oídos, sajando el trozo de alma que quedaba enredado entre los pelos púbicos.

Y reír, seguir riendo desesperadamente, con la risa del idiota
ante las luces de las ferias, bajo una lluvia
que deshace los rostros que se pudren con el ritmo lento del moho ante los puestos de trabajo.

Y llorar, seguir llorando por la belleza del vómito en las esquinas donde sueña Piter Pank el coño de Kampanilla vendido en los prostíbulos como un bálsamo contra el abandono de los niños perdidos.

Y el luto, seguir de luto por la cordura adulta que reina en Nunca Jamás, donde mataron al cocodrilo que se tragó el reloj (tic-tac-tic-tac-tictactictac) que suena cada vez más rápido desde que nos encadenaron el tiempo a la muñeca para hacernos hombres y mujeres serios y serias y políticamente correctos y correctas y Garfio confiando en los mercados de abastos donde las opciones se multiplican a costa de la inocencia perdida.

Y sacarse la polla bajo la lluvia
para que se deshaga como si fuera de papel
y devorar, seguir devorando el vómito que los borrachos abandonaron
indolentes en los pechos de la prostituta.

Babilonia no tiene espacio para albergar a todos sus muertos,
el desierto está lleno de casinos
y Piter Pank ha muerto,
y Kampanilla vende sus polvos de hada
en un club de carretera
porque en Nunca Jamás
los niños perdidos
saldan sus cuerpos para comprar pegamento.

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