Los carceleros no lloran y
golpean las mentes abrumadas de las deudas contraídas por el hambre insaciable.
Mientras
tanto, el amor se manifiesta
bajo mantas de
sueño
y cuerpos que
se escurren en bostezos
a la hora de
la siesta.
El
humo de un cigarro arpegia contra la pantalla efervescente antes de asomarse
alarmado por las sirenas que destrozan lo negro de la noche.
Mientras
tanto, acaríciame de sombra,
ahuyenta con
tu beso el miedo,
pulsa las
notas de mi piel y asombra
con el orgasmo
al mismo cielo.
Golpean
la puerta, llaman, llaman, llaman y las sirenas no callan su azul
estroboscópico. Hay dos uniformes en la puerta. ¿Qué haremos con la propaganda?
Golpean la puerta, llaman, braman, ladran.
Mientras
tanto, un pañuelo amarilleado
por el paso de
los inviernos
y olor espeso
de papel quemado
como un espejo
del infierno.
Prodiga
tus caricias a las pelusas de mi ombligo mientras la lluvia intenta fregar la
sangre del asfalto. Prodígame besos de incendio y dejemos que echen la puerta
abajo.
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